SERVICIO

Se puede enseñar a caminar a un bebe o acompañarle mientras aprende. Cerca de los dos años tods caminarán aunque habrá diferencias no evidentes pero si profundas.

Desde la certeza de la capacidad creadora, de crecimiento y aprendizaje de cada persona, y de la necesidad de ser y hacer con otras, entendemos nuestra labor como una tarea de servicio.

Servir significa establecer condiciones inclusivas para la acción concreta, para la persona concreta; encargarnos de lo supérfluo para que no distraiga de lo importante, estar presentes en una relación que transmite confianza y aceptación, preservar las reglas de juego y recordar lo pactado…

Acompañar a las personas y las comunidades estableciendo relaciones de asistencia, les permite crecer dotando de significado –sentido- a los procesos y acciones en los que participan. Sólo así, acechando cualquier tipo de relación de poder –del conocimiento, de los recursos, de lo emocional, lo disimulado…- y atendiendo a lo que son, las personas pueden expresarse aportando complejidad y riqueza a lo compartido, y asumiendo funciones y responsabilidades acordes a lo que pueden, desean y necesitan en cada momento.

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Las comunidades –empresas, pueblos, familias..- pueden crecer también en otras condiciones donde no hay lugar para esta diversidad. A veces, incluso, parecen ser más adaptativas, rápidas, eficaces, productivas… Pero como en el ejemplo de la persona que aprende a caminar, las diferencias, no evidentes pero profundas, afectan –no sólo al derecho, sino- a su salud y sostenibilidad.

Evidentemente, las personas que trabajamos en Solasgune, tenemos deseos y necesidades propias, pero nos buscamos nuestros propios lugares de juego y aprendizaje. Sólo así nos es posible servir a cualquiera sin intervenir ni alterar, sin juzgar sus decisiones y deseos, asegurando las condiciones y reglas de juego para que pueda ser con otrs desde sus diferencias y lo colectivo responda también al bien común.
Desde la aceptación de las diferencias (de las gentes y las comunidades) o el respeto a lo que son; desde la certeza de que son capaces y de que desean crecer; promoviendo la autonomía y la diversidad; sacando a la calle el conocimiento, viviendo experiencias de aprendizaje autónomo, abriendo estructuras de gestión local, participando no sólo en la gobernanza, restaurando la mirada del adulto, reconociendo al niño su ciudadanía de derecho, en ratos de encuentro, colaboración o celebración, transformando los espacios comunes… Da igual el camino. Podemos ayudar a que las comunidades sean entornos donde puedan desplegarse procesos de crecimiento personales y colectivos saludables, sostenibles y -teniendo en cuenta cómo estamos- igual de enormes que necesarios.